Últimamente tengo tantas ideas en la cabeza que las palabras tropiezan conmigo, y acaban no diciendo nada. Me he dado cuenta de las cosas cambian demasiado rápido, sin darte tiempo para acostumbrarte a una situación o a otra. Sin embargo, me parece emocionante tener miles de aventuras cada día, positivas o negativas, pues de todas aprendo algo, y todas tejen con hilo lento mi vida. Que todo suceda deprisa me hace pensar que no soy libre, pero, como siempre, me salgo con la mía, y consigo momentos en los que el tiempo se detiene y permanece en un lugar concreto del mundo. A veces, el azar acompaña, y, cuando menos lo espero, sucede aquello que tanto esperaba. Tengo que evolucionar, cambiar al compás de los acontecimientos, para no quedarme atrás. Si quiero algo, llegará, y encontraré esa delicada magia en personas asombrosas que tienen mucho en común conmigo. No importa que el resto permanezca estancado en el pasado, ni tampoco que me ofrezcan su mano cuando paso cerca. Decidí cerrar los ojos y seguir adelante según mi camino… lo que resulta difícil cuando no conozco su ruta exacta. Ni siquiera yo comprendo mis locuras ni mis pensamientos, contradictorios y huidizos. Todo eso me ayuda a saber quién permanece a mi lado a pesar de mis errores, y quien se rinde sin más. Aunque el tiempo se lance contra mí, seguiré adelantando el pie correspondiente, para no desviarme de lo que soy. ¿Quién descifrará los anhelos de mi alma escurridiza? Nada más y nada menos que tú, descifrador de sueños, ladrón de besos, músico de caricias. Porque, a pesar de todo, sigues ahí.
Las cartas están bocabajo… sólo yo decidiré qué hacer a continuación.
Las cartas están bocabajo… sólo yo decidiré qué hacer a continuación.