Nora observó con mucha atención la estatua que coronaba aquella columna blanca de piedra. En la base de la columna había rostros de lo que parecían dragones, que dejaban escapar el agua entre sus fauces abiertas. “Parece que están sonriendo” pensó Nora.
Se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas, y abrió su bloc de dibujo. El día estaba nublado, por lo que pudo observar la figura enredada en serpientes que parecía gritar sobre la columna blanca sin tener que entrecerrar los ojos.
El Á n g e l C a í d o se encontraba en posición horizontal, con una mano aprisionada por una serpiente y con la otra en la cabeza, en un gesto de derrota. A Nora le parecía más bien un gesto que prometía venganza. Al contrario de la forma que tomaba en las leyendas, era un hombre joven, musculoso, con el cabello largo. Una de sus alas se alzaba hacia el cielo gris, como si acabara de caer de las nubes.
Con un lápiz, Nora fue dibujando poco a poco el boceto de su obra. Siempre le había fascinado aquella estatua.
-Dicen que es la única en todo el mundo dedicada a Lucifer.
Junto a ella había un chico joven de piel morena, que se había puesto en cuclillas para estar a su altura.
Nora se levantó, sobresaltada, y cerró su bloc. El chico la miraba a través de unos ojos que ya había visto antes. Unos ojos grises como el acero.
-No lo sabía…- dijo ella.
-Así es. La única en todo el mundo. Fue obra de Ricardo Bellver.
-Veo que te a ti también te interesa.
-Me llama la atención. Ojalá dibujara tan bien como tú.
Le guiñó un ojo y la invitó a sentarse un poco más allá, sobre la hierba.
-Me llamo Nora.
-Lo sé. Yo soy Evan.
Miró a Evan extrañada y se sentó junto a él. Era un desconocido, era extraño y seguramente mayor que ella. Sabía mucho sobre una estatua que representaba al rey del Infierno, y aun así, no podía apartar la mirada de aquellos ojos de niebla.
Evan la miró de arriba abajo, deteniéndose en sus ojos dorados y en su nariz pequeña y llena de pecas. Tenía el pelo color cobre, corto. Sus mejillas comenzaron a teñirse de rojo cuando ella se percató de su examen. Volvió a detenerse en sus ojos y afirmó, como para sí mismo:
-Oro viejo.
-Te… ¿te conozco?- preguntó Nora.
Evan rió entre dientes, y se pasó una mano por el pelo oscuro, revolviéndolo aún más.
-Más de lo que tú te crees. Me alegro de que por fin estés aquí.
Al llegar a casa, Nora seguía viendo su sonrisa de lobo.
Evan no se había llamado así siempre. Había cambiado de nombre varias veces, pero Nora no lo recordaba.
Una parte muy muy pequeña de ella aún guardaba retazos de su vida anterior, e intentaba avisarla de que la sensación de déjà vu era algo mucho más que una sensación.
Evan le había dicho que volviera allí cuando quisiera volver a verlo. Cuando ella le había preguntado si con “allí” se refería al parque, él había sonreído y había negado con la cabeza. “No tienes por qué desplazarte hasta aquí para verme”.
Se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas, y abrió su bloc de dibujo. El día estaba nublado, por lo que pudo observar la figura enredada en serpientes que parecía gritar sobre la columna blanca sin tener que entrecerrar los ojos.
El Á n g e l C a í d o se encontraba en posición horizontal, con una mano aprisionada por una serpiente y con la otra en la cabeza, en un gesto de derrota. A Nora le parecía más bien un gesto que prometía venganza. Al contrario de la forma que tomaba en las leyendas, era un hombre joven, musculoso, con el cabello largo. Una de sus alas se alzaba hacia el cielo gris, como si acabara de caer de las nubes.
Con un lápiz, Nora fue dibujando poco a poco el boceto de su obra. Siempre le había fascinado aquella estatua.
-Dicen que es la única en todo el mundo dedicada a Lucifer.
Junto a ella había un chico joven de piel morena, que se había puesto en cuclillas para estar a su altura.
Nora se levantó, sobresaltada, y cerró su bloc. El chico la miraba a través de unos ojos que ya había visto antes. Unos ojos grises como el acero.
-No lo sabía…- dijo ella.
-Así es. La única en todo el mundo. Fue obra de Ricardo Bellver.
-Veo que te a ti también te interesa.
-Me llama la atención. Ojalá dibujara tan bien como tú.
Le guiñó un ojo y la invitó a sentarse un poco más allá, sobre la hierba.
-Me llamo Nora.
-Lo sé. Yo soy Evan.
Miró a Evan extrañada y se sentó junto a él. Era un desconocido, era extraño y seguramente mayor que ella. Sabía mucho sobre una estatua que representaba al rey del Infierno, y aun así, no podía apartar la mirada de aquellos ojos de niebla.
Evan la miró de arriba abajo, deteniéndose en sus ojos dorados y en su nariz pequeña y llena de pecas. Tenía el pelo color cobre, corto. Sus mejillas comenzaron a teñirse de rojo cuando ella se percató de su examen. Volvió a detenerse en sus ojos y afirmó, como para sí mismo:
-Oro viejo.
-Te… ¿te conozco?- preguntó Nora.
Evan rió entre dientes, y se pasó una mano por el pelo oscuro, revolviéndolo aún más.
-Más de lo que tú te crees. Me alegro de que por fin estés aquí.
Al llegar a casa, Nora seguía viendo su sonrisa de lobo.
Evan no se había llamado así siempre. Había cambiado de nombre varias veces, pero Nora no lo recordaba.
Una parte muy muy pequeña de ella aún guardaba retazos de su vida anterior, e intentaba avisarla de que la sensación de déjà vu era algo mucho más que una sensación.
Evan le había dicho que volviera allí cuando quisiera volver a verlo. Cuando ella le había preguntado si con “allí” se refería al parque, él había sonreído y había negado con la cabeza. “No tienes por qué desplazarte hasta aquí para verme”.
Por más que intentara recordar dónde lo había visto antes, su mente se resistía. Era mucho pedir. Una de las condiciones para volver a nacer era olvidar la vida pasada. Para Evan era fácil; él llevaba una eternidad en el mundo, había visto nacer y morir a millones de personas, e incluso a algunos de su especie.
Nora no podía apreciar el brillo rojizo de sus ojos, ni las cascadas de oscuridad que caían por su espalda. Su mente era demasiado simple para abarcar la vida de él, llena de caos y destrucción. Seguramente se asustaría si supiera la verdadera naturaleza de Evan. Cuando lo conoció, años atrás, lo temía y lo odiaba, pero había llegado a amarlo. Eso fue antes de la muerte de Nora.
Nora no podía apreciar el brillo rojizo de sus ojos, ni las cascadas de oscuridad que caían por su espalda. Su mente era demasiado simple para abarcar la vida de él, llena de caos y destrucción. Seguramente se asustaría si supiera la verdadera naturaleza de Evan. Cuando lo conoció, años atrás, lo temía y lo odiaba, pero había llegado a amarlo. Eso fue antes de la muerte de Nora.
“Te esperaré” prometió él, bajo otra apariencia, bajo otro nombre. Pero era el mismo ser que esta tarde había comprobado que ella también seguía siendo ella. La humana por la que tanto arriesgó.
Nora se tumbó boca arriba, mirando al techo, pintado de gris. Grises eran aquellos ojos, como la niebla, como una tormenta… como el cielo que envolvía al Ángel Caído.
Fue entonces cuando aquella parte que sobrevivió a la muerte consiguió escapar. De repente recordó. Recordó la estatua, un bar oscuro, la primera vez que Evan la miró a los ojos, el terror irracional…
Recordó la despedida. Y pensar que la única razón que la ataba al mundo en aquel momento era él…
“Te esperaré”… Evan había cumplido su promesa.
Nora se tumbó boca arriba, mirando al techo, pintado de gris. Grises eran aquellos ojos, como la niebla, como una tormenta… como el cielo que envolvía al Ángel Caído.
Fue entonces cuando aquella parte que sobrevivió a la muerte consiguió escapar. De repente recordó. Recordó la estatua, un bar oscuro, la primera vez que Evan la miró a los ojos, el terror irracional…
Recordó la despedida. Y pensar que la única razón que la ataba al mundo en aquel momento era él…
“Te esperaré”… Evan había cumplido su promesa.
En el centro de Madrid, Evan meditaba en silencio. ¿Se habría dado cuenta? ¿Terminaría reconociéndolo? Tenía tantas ganas de verla… No, debía darle tiempo. Y si había algo que le sobrara, era tiempo.
Echaba de menos leerte :)
ResponderEliminarLa historia que has escrito me ha parecido expectacularmente buena! Me ha encantado (como todo lo que escribes)
Sigue así
Espero que esto continue
Un beso más dulce que mi pena
Es genial!!
ResponderEliminarY el nombre de Nora me encanta!
Besines ;)
Si le sobraba tiempo, es señal de que va a saber aprovecharlo.
ResponderEliminarEscribis historias muy lindas y utilizas nombres originales y bellos, Evan por ejemplo es divino.
Besos!
Es este el texto que medio continúa la novela de Laura Gallego? Si es así, tengo que leerlo :) Muy bonito, las descripciones son fantásticas. A mí a veces me parece recordar retazos de otra vida ;)
ResponderEliminarBesos.
Me recordó a Dos velas para el diablo, un libro que me encanta! Como tus historias :)
ResponderEliminarBesos
Es el sueño de todos seguir a través de la eternidad el amor verdadero. Un abrazo
ResponderEliminarMe encantan las historias de vidas pasadas :)
ResponderEliminarPreciosa!!
Un abrazo
Mar
Impresionante, no mucho más que decir.
ResponderEliminarSí, es una continuación del libro "Dos velas para el diablo" :)
ResponderEliminarGracias a todos!
El amor es inmortal :)
Esa idea romantica del amor eterno y confuso entre el tiempo...aaaa(suspiro).
ResponderEliminarUna belleza, dime que el amor fue mas grnde que el miedo.
Esta entrada me gustó un montón!
ResponderEliminarMe recuerda a un libro llamado OSCUROS y a DOS VELAS PARA EL DIABLO.
Me hizo gracia también que el otro día estuve frente a esa estatua, la del ángel caído porque un amigo y yo queríamos ir a verla... :)
Chispas de Felicidad!
DISFRUTA!!
Esperar :) La nueva situación a la que me enfrento (me he ido a estudiar a Madrid) provoca que de lunes a viernes espere la llegada del finde para poder estar con mi chico, y puedo aprender que esperar no siempre es malo, aunque a veces desespere. Pero ya lo dice el refrán, no?
ResponderEliminarLo bueno se hace esperar :)
Un besito, pequeña ^^
Que buena historia!
ResponderEliminarAhora solo depende de la autora si lo reconoce o no
Un beso
Suerte :)
Impresionante. Te has superado, y punto! ;)
ResponderEliminarUn beso grandísimo.
Hay, habrá segunda parte de esta historia, porque a pesar de todo siento que da para una segunda parte, realmente me encantó la historia.
ResponderEliminarEs más... me hizo recordar un cementerio de buenos aires, que tenían ángeles, en cada una de las tumbas...
Me encantó!
Genial. No hace falta que diga nada más.
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