Desperté tumbada sobre la hierba húmeda. Olía como los grandes prados de mi hogar, olía a rocío, a leña, a piedra mojada. Anhelaba mi hogar. Pero… ése no era mi pueblo.
¿Dónde estaba? Me dolía mucho la cabeza. Avancé un poco, tropezando con mis propios pies, hasta llegar a una gran piedra, colocada verticalmente sobre la hierba: un menhir.
Acerqué mi mano al gigante de piedra y me sorprendí al notar que era cálida al tacto.
Era increíble. Había muy pocos menhires en el mundo. Tras la llegada al poder del Señor de las Sombras, la mayoría habían sido destruidos.
Rodeé el menhir y me hallé en el centro de un círculo mágico.
-Esto… es imposible.- las palabras salieron, susurradas, de mi boca.
Me senté en el centro del círculo de dólmenes, y allí, susurrando mi oración a los dioses, me quedé dormida.
Me desperté después, recostada en uno de los menhires. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?
Me incorporé y alisé mi túnica. Cuando alcé la vista, me percaté de que algo había cambiado. El prado entero brillaba como la plata, bañado por la luz de la gran luna llena.
La magia de aquel lugar me llamaba, lo sentía. Me despojé de mi túnica blanca y bailé entre los dólmenes, siguiendo unos pasos que no conocía, pero que siempre habían estado dentro de mí. Tal y como lo habían hecho otras antes que yo, me dejé llevar por la música celta, por los violines, que tocaban en las estrellas, en cada una de las piedras. Dentro de mí algo nuevo se agitaba, con cada nota, con cada salto, con cada lágrima de mi alma al expandirse.
Cuando empezó a llover, mi pelo rojo siguió volando, más ligero aún, y aunque mis pies pisaban la tierra mojada, no se ensuciaron.
Entre carcajadas, me dejé caer de espaldas, y alcé mis brazos hacia la luna, intentando cogerla. La dama de plata se reía de mí, pero no me importaba. Me embriagaba una felicidad mayor a la de cualquier mortal.
Las piedras a mi alrededor se habían teñido de rojo, empapadas por la fina lluvia.
Rojas como la sangre, como el fuego, como unos labios de mujer, rojas como mis cabellos.
Apoyé mis manos en el menhir más cercano y con las manos manchadas de la sangre de las estrellas, escribí en el aire tres palabras:
Nada es imposible.
Me desperté en una sala negra, con una gran lámpara de cristal rota a mis pies. Jack estaba delante de mí, y me miraba preocupado.
¿Había sido un sueño? Soñé que soñaba. Desde entonces no supe discernir entre la realidad y mis sueños, no supe decir qué viví de verdad y qué maginé.
Efectivamente nada es imposible! :)
ResponderEliminarExcelente relato, y me encantó tu referencia al neolítico que hizo el relato más subyugante, fue un delicioso placer el leer tu post. Un abrazo
ResponderEliminarme gusto mucho la entrada, esq de verdad me encanta como escribes (cara de envidia) xd (envidia sana eh!)
ResponderEliminarme gusto como te referiste a la luna, q al final saliera jack
ay esq me encanto todo!
y si, a veces es difícil distinguir la realidad de los sueños...*]]
bss!
Wow !!! maravillosamente buena la historia de tu sueño , me gusto de veras
ResponderEliminarsaludos...
ResponderEliminargracais por la visita a mi humilde espacio, te invito a leer desde la primera parte si es que te gusta la cultura nordica, los juegos de rol y los vampiros
respecto a tu escrito...
encantador, me gustó bastante, nada que hacerle, a mi me falta su resto para poder llegar a escribir como tu talvez... si supero siertos problemas que aquejan mi vida real...
cuidese y siga escribiendo, no como yo que no he puesto nada nuevo desde el 2008 creo
Nada es imposible, creeme. Aunque... lo sabes mejor que yo.
ResponderEliminarEstoy contigo nada es imposible, y si no, ahí tenemos el paraiso de los sueños para hacer lo que queramos realidad.
ResponderEliminarBesos y susurros dulces
He tenido un pequeño accidente (me quebré el codo) y no puedo escribir (sino con una mano y las letras se hacen infinitas). Así que te leo pero no te comento ¿vale? En un mes estaré como nuevo….
ResponderEliminarBeso y abrazo.
druida
¿como sabes que tú no eres el sueño del menhir que sueña que escribes y vives?
ResponderEliminarme gustóla historia
d.