
LLueve en la ciudad. La lluvia arrastra por la calle otra semana de silencio, así como los oscuros pensamientos de una niña, las lágrimas de un niño y las dudas de un corazón.
Las gotitas transparentes van calando poco a poco en mi alma sucia, arrancándole los restos del pasado, aquel que nadie conoce.
Me deshago de la larga semana que termina hoy, y la dejo caer en el agua que corre calle abajo. El gris del cielo me recuerda a mi alma callada, y rememoro aquellas palabras que escribí:
“Silencio. Al contrario que otras veces, no hay gritos de rabia ni lágrimas de frustración. Sólo silencio. El silencio es el único capaz de contar toda una vida en un segundo, de colocarte en tu lugar.
Temo al silencio e intento llenarlo de sonrisas, de caricias, de abrazos largos. Casi siempre lo consigo. Casi. Basta que vaciles un instante, sólo uno.
Se lanza contra ti y no te deja respirar. Poco a poco te acostumbras a esa presión oscura en tu pecho, y tu mirada sombría quita la vida a aquellos que intentan asomarse a tu alma.
Así soy yo: un muro infranqueable y triste, sin vida. Al otro lado hay trampas que devoran a todos aquellos que se deciden a cruzarlo y lo consiguen (pocos lo han hecho).
Sola, sombría, en un rincón. Abandonada por la palabra que la caracteriza.
Pero eso no importa. Nada importa. Seguiré flotando en la sucia superficie viscosa, rodeada de todos aquellos a los que hice daño. Seguiré fingiendo que puedo cambiar.”
A veces mi lado oscuro sale a la superficie, y no me molesto en ocultarlo. Cuando parece que vuelvo a ser la de antes, una pequeña luciérnaga verde se enciende en mis ojos, y me veo tal y como soy realmente.
No vale la pena tumbarte en el camino y cerrar los ojos, hay que seguir, la vida me ha demostrado que sí puedo cambiar, que puedo llegar a ser lo que yo quiera.
Lo supe cuando encontré el amor en unos labios que no me pertenecían, y cuando encontré una amiga detrás de una falsa apariencia…
Me detengo, me agacho sin preocuparme por mis zapatos o mi ropa, y me observo en un pequeño charco. Veo mi imagen, interrumpida por el goteo incesante del cielo enfurecido.
Sí, ésa soy yo. Una mezcla de todos y de nadie. Y mientras el agua fresca va borrando el pasado de mi piel, sonrío de nuevo.
Me gusta el olor a tierra mojada, el olor a dulce y a salado al mismo tiempo. Es una lluvia nueva, diferente a la caída en invierno. Se mezcla con el aire templado y refresca mi piel. El aroma húmedo del cielo me ha hecho recordar una noche de septiembre.
Septiembre… añoro septiembre. Fue el principio de un comienzo que nunca acabará.
26 de septiembre de 2009
Él la miró directamente a los ojos, provocando un escalofrío en su espalda. Ella se dejó llevar por la música que sonaba a lo lejos, olvidó sus miedos, sus principios, olvidó su anterior vida, dispuesta a comenzar una nueva junto a aquellos ojos azules.
Los abrazos, los besos en el cuello, los susurros calientes endulzados por un poco de whisky… Cambiaron su historia para siempre.
El verano se resistía a decir adiós, y la noche era perfecta. La locura quedó confirmada en un beso, y la sonrisa de él quedó para siempre en los ojos castaños de ella.
Las gotitas transparentes van calando poco a poco en mi alma sucia, arrancándole los restos del pasado, aquel que nadie conoce.
Me deshago de la larga semana que termina hoy, y la dejo caer en el agua que corre calle abajo. El gris del cielo me recuerda a mi alma callada, y rememoro aquellas palabras que escribí:
“Silencio. Al contrario que otras veces, no hay gritos de rabia ni lágrimas de frustración. Sólo silencio. El silencio es el único capaz de contar toda una vida en un segundo, de colocarte en tu lugar.
Temo al silencio e intento llenarlo de sonrisas, de caricias, de abrazos largos. Casi siempre lo consigo. Casi. Basta que vaciles un instante, sólo uno.
Se lanza contra ti y no te deja respirar. Poco a poco te acostumbras a esa presión oscura en tu pecho, y tu mirada sombría quita la vida a aquellos que intentan asomarse a tu alma.
Así soy yo: un muro infranqueable y triste, sin vida. Al otro lado hay trampas que devoran a todos aquellos que se deciden a cruzarlo y lo consiguen (pocos lo han hecho).
Sola, sombría, en un rincón. Abandonada por la palabra que la caracteriza.
Pero eso no importa. Nada importa. Seguiré flotando en la sucia superficie viscosa, rodeada de todos aquellos a los que hice daño. Seguiré fingiendo que puedo cambiar.”
A veces mi lado oscuro sale a la superficie, y no me molesto en ocultarlo. Cuando parece que vuelvo a ser la de antes, una pequeña luciérnaga verde se enciende en mis ojos, y me veo tal y como soy realmente.
No vale la pena tumbarte en el camino y cerrar los ojos, hay que seguir, la vida me ha demostrado que sí puedo cambiar, que puedo llegar a ser lo que yo quiera.
Lo supe cuando encontré el amor en unos labios que no me pertenecían, y cuando encontré una amiga detrás de una falsa apariencia…
Me detengo, me agacho sin preocuparme por mis zapatos o mi ropa, y me observo en un pequeño charco. Veo mi imagen, interrumpida por el goteo incesante del cielo enfurecido.
Sí, ésa soy yo. Una mezcla de todos y de nadie. Y mientras el agua fresca va borrando el pasado de mi piel, sonrío de nuevo.
Me gusta el olor a tierra mojada, el olor a dulce y a salado al mismo tiempo. Es una lluvia nueva, diferente a la caída en invierno. Se mezcla con el aire templado y refresca mi piel. El aroma húmedo del cielo me ha hecho recordar una noche de septiembre.
Septiembre… añoro septiembre. Fue el principio de un comienzo que nunca acabará.
26 de septiembre de 2009
Él la miró directamente a los ojos, provocando un escalofrío en su espalda. Ella se dejó llevar por la música que sonaba a lo lejos, olvidó sus miedos, sus principios, olvidó su anterior vida, dispuesta a comenzar una nueva junto a aquellos ojos azules.
Los abrazos, los besos en el cuello, los susurros calientes endulzados por un poco de whisky… Cambiaron su historia para siempre.
El verano se resistía a decir adiós, y la noche era perfecta. La locura quedó confirmada en un beso, y la sonrisa de él quedó para siempre en los ojos castaños de ella.
Gracias por todos vuestros comentarios :) últimamente paso poco tiempo en casa, y he recurrido a un historia que ya escribí, ya que no he tenido mucho tiempo para escribir.
Iré comentando en cuanto pueda :) Gracias por tu reconocimiento, Marina.