"Himmelhoch jauchzend, zu Tode betrübt" Goethe.
De la más alta euforia a la más profunda aflicción.

lunes, 15 de febrero de 2010

Carnaval


Vic pasa una y otra vez las manos por su vestido púrpura, nerviosa.
Se encuentra rodeada de gente, de música, de máscaras y rostros escondidos, de voces y risas.
Sus ojos color miel buscan a sus amigos, pero es imposible encontrarlos entre tanta gente.
Hay angelitos, piratas, reyes, criadas, payasos y saltimbanquis. También hay varias damas ataviadas con largos vestidos de la época victoriana, como ella.
Sus hombros blancos contrastan con el color oscuro de su vestido.
El pelo, de color miel al igual que sus ojos, está recogido en un moño alto, pero pequeños mechones ondulados se escapan y caen sobre su cara, ahora preocupada.
Avanza entre la multitud y llega a una gran plaza con una fuente, llena de confeti. ¿Dónde estarán?
Se sienta en el borde de la blanca fuente, está cansada, decide esperarlos allí. Desde una esquina, un niño disfrazado de fauno le guiña un ojo.
Mira al agua, avergonzada. En la superficie clara se reflejan edificios con años de historia, y una luna más antigua aún.
Se encuentra en una de las ciudades más bellas del mundo…
Alguien se sienta a su lado. Parece un príncipe, y bastante apuesto, pero lleva una máscara de plumas que cubren la mitad de su cara, morena.
-¿Se ha perdido?
-No, yo sólo…
Esa voz… Le resulta dolorosamente familiar. Estupendo. Su recuerdo la persigue hasta la mismísima Florencia.
Vic acaricia el agua y rehuye la mirada del supuesto príncipe. Se levanta despacio y se despide con un movimiento de cabeza. No tiene tiempo como para malgastarlo con un desconocido. Él la detiene:
-No has cambiado nada.- susurra.
Se despoja de la máscara y Vic ahoga un grito.
No puede ser… hace ya un año que no se ven, pero ella no lo ha olvidado. Sus besos, sus promesas, su sonrisa dulce y su cara morena. Le ha crecido el pelo, y apenas se pueden distinguir sus ojos oscuros.
Vic no ha olvidado el dolor que dejó al marcharse. No, no tiene derecho a aparecer de nuevo, como si nada. Nunca le perdonará.
Y aún así… ¿por qué no puede marcharse de allí? ¿Por qué no puede odiarle?
Vic se derrumba, y así, rodeada de gente y con las lágrimas pugnando por salir, se percata de lo equivocada que estaba.
Desde el suelo, arrodillada, pronuncia su nombre, aquel nombre que está escrito en su corazón.
-Franccesco.
Franccesco la levanta y la abraza en el aire, agarrándola con fuerza, como si no fuera a soltarla nunca.

8 comentarios:

  1. Jooo, que lindo. Ese si es un final hermoso, ojalá que en la realidad todas las historias tuviesen ese final.
    Besos y susurros muy dulces

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  2. Bello =D me gusta tu blog, tus fotos, tus textos jaja de donde eres? =) te invito al mio y te puse en mi blogroll...

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  3. Es lindo encontrarse con un sueño así, solo que no muchas veces suceden, espero que si, que se tomen de las manos para ir caminando juntos y nunca mas separarse.
    Me ha gustado, gracias...

    Besitos

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  4. no se puede escapar del amor cuando es verdadero.
    acabo de descubrir tu blog y me gusta mucho como escribes!
    te sigo!

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  5. Que belleza de escrito, me hizo recordar a esas películas en las que se esconden detrás de disfrazes para no percatarse de quien es quién.
    No sé porque me dió esa sensación.
    Pero realmente me encantó:)

    Un beso gigante!

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  6. Venecia siempre ha sido asi en carnavales.. siempre siempre..

    beso
    Druida.

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  7. Y nunca la soltará quedarán juntos siempre ;]
    Muchos besos ;]

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Empaña las paredes de mi palacio con tu voz, y escribe en el cristal tu nombre :)