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Ellen recoge sus ilusiones, una a una, y las guarda con cuidado en su vieja maleta de color rojo apagado. Encima coloca los recuerdos, que nunca debe olvidar, y que transporta a todos sitios: siempre van con ella.
En sus bolsillos llevo sal de color azul, que contiene sueños de peces y canciones de marineros de norte. En su mano, la llave de la luna, y en su cuello, el colgante de plata que la distingue del resto. Su colgante guarda el secreto de toda una generación, la vida de millones de celtas y la melodía mágica de una canción.
Una pulsera, un cojín blanco, un corazón de cobre y miles de sonrisas completan su equipaje.
Han llegado las vacaciones, y Ellen marcha al norte. Viajará hasta las montañas del color de sus ojos, viajará hasta un cielo azul límpido, cargado de estrellas invisibles por el día.
Deja cosas importantes aquí, pero al fin y al cabo sólo será una semana, y espera encontrar todo tal y como lo dejó.
En el fondo Ellen añora los prados, las gentes que parecen de piedra y el olor a libertad. Quiere sentarse en el puente y dejarse mecer por el viento, escuchando los susurros incoherentes del agua dulce; quiere sentirse en casa.
Pero sobre todo, espera encontrar la inspiración. Buscará por montes ocultos, por caminos desgastados y casas encantadas.
Ellen, a la que llaman Euforia debido a su felicidad permanente, se va una semana, y no podrá leeros, pero volverá pronto con nuevas historias que compartir.
¿Encontrará la inspiración en su hogar? ¿La encontrará en las gentes de habla fuerte y cercano?
En sus bolsillos llevo sal de color azul, que contiene sueños de peces y canciones de marineros de norte. En su mano, la llave de la luna, y en su cuello, el colgante de plata que la distingue del resto. Su colgante guarda el secreto de toda una generación, la vida de millones de celtas y la melodía mágica de una canción.
Una pulsera, un cojín blanco, un corazón de cobre y miles de sonrisas completan su equipaje.
Han llegado las vacaciones, y Ellen marcha al norte. Viajará hasta las montañas del color de sus ojos, viajará hasta un cielo azul límpido, cargado de estrellas invisibles por el día.
Deja cosas importantes aquí, pero al fin y al cabo sólo será una semana, y espera encontrar todo tal y como lo dejó.
En el fondo Ellen añora los prados, las gentes que parecen de piedra y el olor a libertad. Quiere sentarse en el puente y dejarse mecer por el viento, escuchando los susurros incoherentes del agua dulce; quiere sentirse en casa.
Pero sobre todo, espera encontrar la inspiración. Buscará por montes ocultos, por caminos desgastados y casas encantadas.
Ellen, a la que llaman Euforia debido a su felicidad permanente, se va una semana, y no podrá leeros, pero volverá pronto con nuevas historias que compartir.
¿Encontrará la inspiración en su hogar? ¿La encontrará en las gentes de habla fuerte y cercano?
Teme no encontrarla, pero también teme su marcha, ya que nunca le han gustado las despedidas, pero lo que tampoco quiere es irse sin despedirse...