"Himmelhoch jauchzend, zu Tode betrübt" Goethe.
De la más alta euforia a la más profunda aflicción.

lunes, 2 de agosto de 2010

Mikel

Cambié de canción. Busqué alguna que encajara con el ambiente: mucha gente, el calor asfixiante de Madrid y el asiento incómodo del autobús número 9; no la encontré.
El autobús giró y al llegar a mi parada, me bajé sin mirar a nadie. Después de todo el día en la oficia no podía más, y las sandalias nuevas que me había regalado mi hermana por mi cumpleaños me estaban destrozando los talones.
Mi iPod cambió bruscamente de pista y mi pulso se aceleró. ¿No había borrado aquella canción? Del susto se me habían caído las llaves de casa al suelo. Me agaché con cuidado para recogerlas, pero otra mano se adelantó a las mías.
Lo miré a los ojos y ahogué un grito. Mikel. Dejó mis llaves en mi mano y se marchó, despidiéndose de mí con una sonrisa y un movimiento de su mano derecha. Mikel.
Mikel siguió caminando calle arriba, sin volver la vista atrás. Me sorprendí al ver que yo le seguía, en silencio. Recogí un mechón rubio tras mi oreja y me mordí el labio inferior.
¿Acaso él no se acordaba de mí? ¿No me echaba ni un poquito de menos? Yo añoraba cada minuto juntos, su pelo oscuro y rizado, que le daba un aire desaliñado y hippie. Añoraba su perilla y su silueta alta y delgada. Sus manías, sus locuras, su amor por el cine…
Seguía caminando igual, balanceando los brazos y moviendo la cabeza al ritmo de una extraña melodía que sólo él conocía. En los ocho años que estuvimos juntos no pude descifrar su composición.
Recordé su comportamiento conmigo, y algo se removió en mi interior. ¿Habría actuado así a propósito? ¿Se sentiría incómodo? No, de eso nada. No iba a dejarme así. Yo seguía siendo tan cabezota como siempre, así que apagué la música y corrí hasta él.

-Mikel.
-¿Sí?
-¿Podríamos quedar esta noche para cenar?
Sus ojos marrones brillaron un momento: era obvio que me había reconocido. Se llevó la mano a la barbilla y caviló unos instantes.
-Vale. ¿En tu casa? Yo llevo el vino. Prepárate para una buena sesión de cine.

Suspiré, aliviada. Abrí la boca para preguntarle qué quería cenar, pero él ya había echado a andar. Sonreí al ver que llevaba sus míticos pantalones anchos y su camiseta ajustada. No había ningún problema, conocía su plato favorito.
De camino a casa me arrepentí de haber acabado con nuestra relación. Estábamos hechos el uno para el otro. Yo ya había cumplido los treinta y tres, no era ninguna adolescente. ¿Quién me querría ahora? Mikel me entendía, me quería y… estaba deliciosamente loco.

No, definitivamente no, lo nuestro no podía ser. Estaba demasiado loco.

12 comentarios:

  1. Y esa misma locura es la que a veces nos hace creer que todo es posible...

    Besos!

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  2. Sencillamente preciosa... Aunque es un poco triste que dos personas que se quieran no puedan estar juntas...
    Magnifico Euforia
    Un beso

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  3. Yo pensé que realmente ella quería estar con él, pero es esa misma locura la que la llevó quizás a pensar que cuándo rompieron no fue lo mejor, si no todo lo contrario.

    Un beso grande euforia!

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  4. Ser loco es la base de la felicidad u.u
    jaja
    Un beso
    Suerte :)

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  5. ¿Y a quien no le encanta un poco de locura? Tal vez ella era la que estaba loca :P

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  6. Definitivamente la locura es muy sana :)
    Espero que vuelvan algún día.

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  7. ¿Y qué paso en esa noche? ¿en esa cena?... ¿qué paso con esa botella de vino? Imagino que hubo algo de locura ¿o no ?

    ;)

    Muy buen escrito
    Un abrazo
    Mar

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  8. siempre nos rodeamos de grandes locuras, es una delicia estar en tu mundo de letras y perderme en esa magia que solo tu recreas.

    Besitos preciosa

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  9. Demasiado loco, y qué? Es que no es buena la locura en nuestras vidas? De verdad se puede vivir tan monótona y aburridamente?
    Las locuras hacen de la vida lo que es.

    Un beso ENORME!

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  10. Demasiada cordura es antinatural, no crees? Así que, ¿porque no dejarse llevar un poco por la locura?
    No te encierres en esa burbujita perfecta. ¡VIVE! DISFRUTA!!

    AMOR!! Y FELICIDAD!!

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  11. La gente loca es lo mejor del mundo.
    Anteayer conocí a un Mikel muy girado de la cabeza, un tío genial. creo que no es el tuyo, así que para mí!

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  12. Y que es el amor, sin un toque de locura??.. Arriesgate!!.
    Besos y susurros muy dulces

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Empaña las paredes de mi palacio con tu voz, y escribe en el cristal tu nombre :)