"Himmelhoch jauchzend, zu Tode betrübt" Goethe.
De la más alta euforia a la más profunda aflicción.

martes, 19 de octubre de 2010

La diosa de la discordia.

¿Qué hacía allí? Había sido una tontería. Suspiré, y avancé entre la multitud hasta llegar a la puerta, donde Melissa y su novio comprobaban si todos estaban apuntados en la lista.
Ambos se sorprendieron mucho al verme, y enseguida Melissa sacó a la luz aquella enorme sonrisa, algo falsa en mi opinión.
-¡Sofía! ¡No me puedo creer que hayas venido!.- Miró a mi alrededor.- ¿Dónde está Mónica?
Mierda. No le había contado a nadie excepto a la familia de M lo que había pasado. No tenía ganas ni fuerzas para pasar por aquello otra vez, así que decidí mentir. Esa noche olvidaría todo lo malo.
-Eh…No ha podido venir… Ha ido a pasar el fin de semana a casa de sus padres, en Valladolid.
-¡No pasa nada! Mira el lado bueno: más chicos guapos para ti.- y me guiñó un ojo.
¿Es que no sabía pensar en otra cosa? M e e x a s p e r a b a. En fin, no tenía ninguna intención de ligar esa noche, al menos, no de entrada. Melissa tachó nuestros nombres, el de Mónica y el mío y entré al local. La música se oía desde fuera, pero una vez dentro era imposible hablar sin alzar la voz. Mis oídos no estaban acostumbrados, y me costó sentirme bien al principio. Observé la pista de baile, que era la zona mejor iluminada.
Yo llevaba un vestido azul marino de tirantes anchos, y había encontrado unos zapatos con un poco de tacón que no usaba desde hacía tiempo. Me había maquillado un poco. Nada de carmín rojo en los labios, era demasiado típico y no me favorecía en absoluto. Un poco de brillo discreto y una fina raya negra sobre mis ojos marrones.
Al salir de nuestro piso me había sentido incluso guapa, pero allí, rodeada de chicas con cuñas enormes y vestidos demasiado cortos, me sentía un cero a la izquierda.
Me quité la chaquetita y la dejé en el guardarropa. Tras guardar en mi bolso diminuto el ticket para poder recuperar mi chaqueta más tarde, me dirigí a la barra.
No solía beber muy a menudo, y cuando lo hacía, pedía siempre lo mismo. Pero decidí innovar. Junto a mí había una chica guapísima, de cabello dorado y ojos grandes. Su vestido apretado y su sonrisa pícara recogían todas las miradas de alrededor. Pidió algo al camarero, aunque no pude oírlo porque la música estaba demasiado alta. El chico le sirvió un vaso con un líquido transparente, y, acto seguido, me miró, esperando a que me decidiera.
Me acerqué y, sin saber muy bien lo que hacía, señalé con la cabeza a la rubia y le dije:
-Sírveme lo mismo que a esa chica.
Le enseñé mi entrada y asintió con la cabeza. Algo bueno tenía que tener todo aquello: la copa me salía gratis.
Miré el vaso alargado, indecisa. Una, dos, y tres. Le di un sorbito.
“No está mal” pensé. No era demasiado dulce, pero estaba un poco fuerte.
El local se había ido llenando poco a poco, y las luces de colores barrían la habitación, en busca de alguien. Saboreé la copa lentamente, y, sin darme cuenta, empecé a marcar el compás de aquella canción con mi pie derecho.
En el centro de la pista de baile bailaba una mujer rubia, algo mayor que yo. Al principio pensé que era la misma de la barra, pero me equivoqué. Llevaba un vestido negro, largo, de esos con cortes a ambos lados para dejar asomar las piernas. Su pelo era más largo y estaba más cuidado. Bailaba con un chico, y con otro. Bailaba frenéticamente, como si supiera que era la diosa de todo el caos que reinaba en el bar.
Yo no pude evitarlo. El simple hecho de mirar a aquella mujer te daba ganas de cometer una imprudencia. Acabé la bebida de un trago y dejé el vaso en la barra. Me introduje entre los bailarines y comencé a moverme al ritmo de la música. El alcohol estaba haciendo su efecto.

Gracias a todos por vuestra paciencia No dispongo de tiempo y fuerzas suficientes para publicar algo mejor. Contestaré vuestros comentarios cuanto antes... Ni el sentimiento de euforia consigue apagar este dolor en el pecho.

6 comentarios:

  1. No sé qué es lo que le ha pasado a Mónica, pero el alcohol no es la solución. Puede que al principio te ayude a olvidar, después no es tan bueno...
    Besos y espero que ese dolor acabe desapareciendo

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  2. Espero que ese dolor acabe pronto para que puedas seguir acompañándonos por estos rincones... sabes que por aqui tienes apoyo en lo que sea, tienes a una bloggera en una casa con botellas vacias dispuestas a llenarse para que te sientas bien :)

    siempre has estado pendiente de mi... quiero ofrecerte lo mismo en lo que sea que te haya ocurrido!

    Besos y abrazos fuertes!

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  3. Espero que ese dolor se pase pronto. Sé que tienes a alguien en quien apoyarte ya es más de lo que la gente puede desear.
    Y sí, cierto el alcohol no es una solución.
    Un beso muchísimo más dulce que mi pena

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  4. Seguro que el dolor se pasa... Y es cierto, el alcohol no soluciona los problemas. APOYO :)
    Chispas de Felicidad!

    D!SFRUTA!!

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  5. Primero:
    Me ha gustado mucho tu relato, como resistirse al clamor del baile y al hechizo de una mujer con esa energía tan contagiante.
    Segundo:
    No debes disculparte, todos tenemos nuestros tiempos y nuestro mejor momento para escribir.. para “estar”
    Lamento que estés pasando por malos momentos, espero que el tiempo y el calor humano que tengas más próximo te reconforte.

    Tercero
    Te dejo mi cariño, mi admiración y mi abrazo de siempre
    Un beso señorita

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  6. :) Así que Eris sale a escena :)
    Qué ganas de leer más, Euforia^^
    El dolor se pasó, no?
    Nos vemos en la próxima entrada ;)

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Empaña las paredes de mi palacio con tu voz, y escribe en el cristal tu nombre :)