"Himmelhoch jauchzend, zu Tode betrübt" Goethe.
De la más alta euforia a la más profunda aflicción.

viernes, 19 de marzo de 2010

Úlcera sangrante


Necesitaba dejar de pensar. Encendí el reproductor de música y subí el volumen al máximo. Me metí a la ducha mientras sonaba mi canción favorita. Me encantaba el agua caliente en aquella época del año. Dejé que cayera, hasta mis pies, pretendiendo que borrara todas las huellas que él había dejado, todos sus besos, la impronta de sus manos... Cuando el agua ya me quemaba, pasé al agua fría, muy fría. Me encantaba el agua muy fría en aquella época del año, pero lo que más me gustaba era el contraste entre las dos. Con el agua fría pretendía devolverle la pureza a mi alma.


Bajé al local de siempre: oscuro, decorado con pinceladas de humo y luces de colores. Allí era donde ponían buena música, o por lo menos la que yo consideraba buena música. Me senté en la mesa de siempre, no demasiado cerca ni de la barra ni de la pista de baile. Ambas me traían demasiados recuerdos, y aún así, no podía evitar visitar el local una vez por semana. Creía que si me sentaba lo suficientemente lejos, los recuerdos no me alcanzarían, ni me harían prisionera de las pesadillas que suponían para mí.
Jared, el tío del local, me sirvió una copa y enchufó el aparato de música. Las luces de colores bailaban por la habitación oscura al ritmo del Rock And Roll.
La puerta se abrió y entró una pareja. Chico rubio, chica rubia, ambos perfectos. Parecían salidos de una película, y así debían sentirse, pues caminaron entre las mesas como en un sueño. Con cada paso un beso rápido, y con cada palabra, una dulce sonrisa.
Fue como si alguien me hubiera arrancado la vida de golpe, como si me hubieran machacado el corazón, hubieran preparado un cóctel con mi sangre y me obligaran a beberlo.
No podía creer que Ian volviera a este sitio, no podía creer que volviera aquí con ELLA.
Jared le sirvió un licor a ella, y a él... Como no, había pedido Jack Daniels.
El viejo local parecía más oscuro que antes, y la canción no me envolvía, sino que me apretaba con fuerza, golpeándome, haciéndome daño.
Me di cuenta de que no había servido para nada, de que me había estado engañando. Me sentía más vacía y sola que nunca, y el sabor a alcohol en mi boca me repugnaba. ¿Qué estaba haciendo allí? Lo odiaba, lo odiaba tanto...
Odiaba sus gestos al hablar, las arrugas de su sonrisa, su mirada limpia, el retumbar de su risa... Odiaba que fuera tan dolorosamente perfecto. Comenzó otra canción, y me hundí más en la incómoda silla.
You and I. Había sido nuestra. A él le encantaba esta canción, seguro que en ese momento estaba pensando en sacarla a bailar. No me equivoqué. ¿Cómo iba a hacerlo? Lo conocía más que a mí misma.
Seguía dando los mismos pasos, tarareando las mismas estrofas, volviéndose loco con cada solo de guitarra.
Una copa sabe más amarga si la mezclas con tus lágrimas. No pude acabármela, pues tenía un nudo en la garganta.
No quería que me vieran destrozada mientras ellos disfrutaban de una mágica noche el uno junto al otro. Al fin y al cabo, no me tocaba a mí vivirla, sino a ella. Al fin y al cabo era su historia, y estaban hechos el uno para el otro. Al fin y al cabo, Ian ya no era mío.
Envidié cada mirada que se cruzaron sus ojos en la oscuridad, así como todo lo que la rodeaba.
Deseé poder ser feliz de una vez y curar la úlcera sangrante de mi corazón.
Y mientras mi vida se derramaba por mis ojos, susurré al vacío, pues nadie me escuchó.

"Me dijiste que nunca me harías daño."

7 comentarios:

  1. Hay que triste historia, pero que real y conocida...
    Es tan mortificante ver a quien aun se ama, en brazos de otra..y feliz...
    Te desarma el alma, te destroza el corazon y te recuerda que el, aunque no quieras, ya no es para vos...
    Lo vivi...


    Besos!

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  2. t.t nunca me canso de repetirlo, escribes genial, cada palabra del texto me a encantado, vele q era triste, pero q me gusta mucho como escribes, me tienes aquí con los ojos lagrimosos
    q triste y doloroso es a veces (casi siempre) el amor

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  3. Sabes que es lo peor de todo?¿ ver como esa misma persona que en el pasado estuvo con vos, ahora está con otra, y hace exactamente lo mismo que hacia con vos, es tan patético, como una persona puede recordar cada cosa que hizo con la otra.
    Y más aún, creo que es lo peor, ver que hace lo mismo que hizo con vos, y no le pasa nada, es más quizás lo disfruta más...

    Triste historia, pero conocida por muchos.

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  4. Como de costumbre... increíble :)

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  5. Y quien no ha paso por esto?.. Cielos!!! tan doloroso, tan funesto. Y después de leer tu escrito, no vuelvo a pedir un Jack Daniels.

    Te lo he dicho una y te lo diré cien veces más.. tienes una narrativa perfecta. Leerte es siempre un perfecto regalo.

    Un abrazo y.... los extraño :(

    Marlene

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  6. Regalar palabras en las que dejamos nuestra alma lleva el riesgo de que las perdamos... pero no pasa siempre, aunque ahora duela ese dolor dejará de sangrar cuando otros dedos, muy suaves, taponen tus heridas.

    Se está bien aquí, en tu palacio de cristal.

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  7. La tristeza invade la noche....

    beso con luz
    druida

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Empaña las paredes de mi palacio con tu voz, y escribe en el cristal tu nombre :)