"Himmelhoch jauchzend, zu Tode betrübt" Goethe.
De la más alta euforia a la más profunda aflicción.

lunes, 15 de agosto de 2011

El día M.

Todos los años, el segundo domingo de agosto, me despertaban la banda de música y los petardos de aquellos impacientes que querían comenzar a celebrar la fiesta del pueblo cuanto antes.
Desayunaba, emocionada porque por fin había llegado aquel día, y me vestía con el complicado vestido regional: unos pololos sobre mi ropa interior, una camisa hecha a mano, la pesada falda de felpa amarilla, un corpiño bordado y las playeras de tela blanca. Sobre todo eso me colocaban dos pañuelos; uno sobre los hombros y otro en la cabeza.
Después, acompañada de toda la familia, iba al pueblo a mirar los variados puestos y, mientras yo me sentía atraída por los pendientes y las pulseras, mis padres se decantaban por los puestos de comida.
Ese día solía hacer mucho calor, y la pesada falda lo hacía aún más insoportable, pero era algo por lo que había que pasar, así que yo permanecía tal cual, encantada.
Volvíamos a casa más tarde de lo acostumbrado, y comíamos en el jardín. Por la tarde volvíamos al mercado y escuchábamos la música de las gaitas y las panderetas, que a mí me trasladaba a otro tiempo, a otro lugar. Más tarde había un desfile de carrozas y ganado autóctono, y cuando oscurecía dejábamos caer agua desde los balcones a una multitud de jóvenes que nos la pedían a gritos, y que iría disminuyendo en número con el paso del tiempo. Durante un par de años, yo me encontré entre ellos.
Cada año lo mismo. El día M se conviritó en una rutina que se desarrollaba sola.
Pero, poco a poco, las cosas comenzaron a cambiar. Desde que era pequeña hasta que cumplí los 13 ó 14 años, me vestí de montañesa, pero a partir de entonces, aquel día camabió de misión, no era para unir a la familia, sino para salir y pasarlo bien con las amigas.

Este año, sin embargo, todo ha sido diferente.
Liss y yo nos despertamos muy tarde, después de haber pasado toda la noche bailando y riendo, dejándonos la voz. Los petardos nos despertaron, como cada año, pero no quisimos escucharlos, no quisimos levantarnos corriendo para no perder ni un minuto de aquel día, al contrario, nos daba pereza poer un pie fuera de la cama. Nos quedamos tumbadas, hablando, hasta tarde y desayunamos tranquilamente para ducharnos a continuación.
Salimos, vimos el mercado y nos dejamos envolver sin demasiada convicción por los olores típicos que cubrían el pequeño pueblo todos los años.
La comida familiar degeneró. No hubo comida en el jardín; mientras mis padres y mis tíos tomaban unas cervezas en los bares, yo miraba el techo en mi habitación, sin hambre. Cuando ésta apareció, a las cuatro y media de la tarde, bajé a la cocina, con los auriculares en las orejas, cogí un trozo de tortilla de patatas y me preparé mi comida del día M. Comí sola en la cocina, escuchando música.
Por la tarde apenas podíamos tenernos en pie del cansancio, y decidimos volver a casa pronto.
Aquella noche no me levanté ni me asomé a la ventana para ver los bonitos fuegos artificiales que solía contemplar en silencio con mi abuela. Cuando pude oírlos, a lo lejos, subí el volumen de la música, porque el ruido de aquellas luces en el cielo me recordaban cuánto había cambiado todo.
Aquella noche no suspiré aliviada al quitarme la pesada falda, sino que una opresión mucho más fuerte que la que solía ejercer la falda, situada entre el estómago y el corazón, me acompañó lealmente hasta que me quedé dormida.
Me dormí entre jadeos, recordando vagamente el día y con los ojos pegajosos por las lágrimas.
Soñé con un águila enorme, que volaba sobre el valle y, a kilómetros de allí, en mi viejo colchón, anhelé su libertad.
¿Qué había cambiado aquel año? Todo.

2 comentarios:

  1. Creo que lo que más me cuesta es aceptar los cambios que nos llevarán a recorrer cada año.
    Cómo extrañana leerte, lindos cambios le hiciste al blog!♥
    Un beso grande!

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  2. Muuy interesante;)

    Te espero en mi rincón de imperfecciones en;

    http://imperfect-is-perfect.blogspot.com/

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Empaña las paredes de mi palacio con tu voz, y escribe en el cristal tu nombre :)